miércoles, abril 27, 2016

Si tomás la pastilla roja...

Hace pocos días, me contaron esta historia de pícaros y malandras. En un momento en que lo más comentado es los cinco muertos en una fiesta rave por tomar una pastilla llamada, nefastamente, Superman. Una chica me contó que un tío, o quizás un mero conocido, hacía lo mismo que hacen los dealer en estas fiestas de música electrónica. Se acercaba a los jóvenes ya de por si empastillados y les vendía su mercancia. Esta susodicha, no era otra cosa que pastillas de almidón. Algo que funciona como placebo en la medicina, siendo nada más que un mero componente estructural de cualquier pastilla. Ni que decir, que efecto o consecuencias tenía ninguna, pero en el estado en que ya se encontraban, sentían que esa pastilla hacía más efecto. Un estafador que en realidad hace un bien al prójimo. Robandole el dinero, le está salvando quizás la vida. Aun cuando su intención, fuera solo embaucar a unos cuantos perejiles. No son del mismo accionar aquellos que vendieron la "Superman". Mientras una dirigente política asevera que es un tema complicado, como si eso pudiera excusarla de hacer algo, recuerdo las palabras: "Los criminales no son complicados." Porque el vendedor de drogas es un criminal, no el consumidor, pero esos mismos dirigentes se preocupan por no coartar las libertades de un adicto para dejar escapar a un vendedor asesino.