Fue por mediados de ese año, cuando surgió la que fue la última variante y versión del virus del COVID 19. Aunque claro, nadie lo sabía en ese momento y las maldiciones se escucharon hasta en Uganda, país que fue poco afectado por esta de hecho. Ya todo el mundo estaba cansado de enterarse sobre Delta, Omicrón, Fluorona, Manaos, Iglú, Malasia y la que en ese año se llamó “Zeit”.
Malasia, así como Iglú fueron dos variantes simultáneas y focalizadas en un amplio sector geográfico del globo, a fines del año anterior. En muchos países ni se dieron por enterados que estas dos versiones virales existían, en especial si apagaban la televisión y el teléfono celular. Los síntomas con estas dos no variaron mucho de lo ya conocido, pero si un poco en la forma de tratarlos.
Zeit fue el gran problema, especialmente por su rápida proliferación, ganándole a Julio Verne y dando la vuelta al mundo en menos de 80 días. La variante Zeit, fue la desagradable sorpresa. Esta variación del virus fue más letal, con gran rapidez destrozaba las defensas corporales y en dos o tres días, el infectado fallecía sin más chance. Solo uno de cada 5 casos resistía. Esto era vigente tanto para los que se encontraban en los grupos de riesgo como para los que no. No se incluía ya a los de avanzada edad o con alguna enfermedad preexistente, pensados como “grupos vulnerables”. Cualquier persona se veía afectada fatalmente por Zeit. Numerosos fueron los casos de gente mayor o con problemas pulmonares que no se vieron infectados. Esto desconcertaba a todos los científicos, hasta que distintos médicos e investigadores de diversos lugares del planeta, notaron un patrón. Lo único que diferenciaba a estos supuestos “vulnerables” de los que realmente lo fueron ante Zeit, es que estaban vacunados. Siendo gerontes o con afecciones neumonológicas, podían ni enterarse de que existía esa variante, como si les pasara por al lado y estas personas fueran invisibles. Solo se requería que te hubieran pinchado. Finalmente, se había conseguido que la cantidad de vacunas administradas, fueran un escudo ante el virus y no solo una ayuda para llevar adelante los síntomas. Que era lo que venía sucediendo hasta ese momento durante la pandemia. Gente más joven fue mucho más propensa a enfermar, llegando incluso a perder la vida. Y solo se confirmó la razón, al notar que los fallecidos no tenían ni una dosis o apenas una aplicada recientemente, ni bien se tuvieron noticias de Zeit. Esta variante fue implacable con los no vacunados, pero pareció no existir para aquellos que tenían tres o más dosis, o incluso con solo dos, no aparentaba ser más terrible que un resfrío. Zeit tuvo como síntomas principales: dolor de cabeza, fiebre aunque no en todos los casos analizados, debilidad en las piernas, diarrea, vómitos en algunos casos examinados, dolor de garganta y sequedad, acidez estomacal y en cuantiosas ocasiones, un sarpullido en la zona lumbar. Ni bien surgieron los primeros infectados por Zeit, la evaluación estadística dejó claro desde un primer momento que fulminaba a quien no estaba inoculado. Esto puso una lupa sobre los casos de falsificaciones de certificados de vacunación. Aún puede recordarse el meme que decía: “Te vacunaste o truchaste el pase sanitario? Quien sabe? Zeit lo sabe.” Esto generó que muchos debieran confesar la verdad, al caer enfermos. Admitiendo que nunca se habían vacunado ni contra la gripe común. Los entonces movimientos libertarios que pulularon durante toda esa época, vieron cortadas sus libertades tan ponderadas, en forma rotunda. Esta vez no había persona o institución a quien nombrar culpable de esta “infectadura”, la muerte misma era quien discriminaba unos de otros, tal como ha hecho la naturaleza por millones de años. Hubo muchos que se repensaron su posición ideológica ante estas drogas preventivas. Era eso o no la contaban. Para muchos fue tarde, vacunarse con el contagio encima fue inocuo y a destiempo. Zeit que significa “tiempo” en alemán, no lo daba sino te habías precavido de antemano. Como cepa fue la más fulminante y terrible, pero todo vacunado la vio como algo lejano. Tres o más dosis, era como tener un traje completo de buceo, de esos antiguos de acero, yendo bajo una lluvia torrencial. Nada entraba ante esa protección.
Los certificados falsos de vacunación ya no fueron un negocio tan rentable como el año anterior. Zeit parecía tener conciencia y hasta seleccionar según preferencias humanas, pero se explicó ese extraño proceder en un virus, confirmando quien había sido inyectado y quien no. Pese a esto, la teoría conspiranoide no se hizo esperar.
Los evangelistas lo tomaron como un castigo divino, porque parecía tener algo personal contra ellos. Esto fue rápidamente comprendido cuando se descubrió que la clave era estar o no vacunado. No así fue con otras religiones, como el caso de los testigos de Jehová. Estos últimos, conocidos por no querer transfundirse o extraerse el apéndice, se vacunaron en su gran mayoría desde el inicio. Cada practicante de esta fe era libre de vacunarse o no, la congregación no interfería ni influía en el libre albedrío, quedaba en la íntima conciencia de cada practicante. Afortunadamente lo hicieron en su mayoría, o no podrían haber seguido siendo testigos ni de un accidente de tránsito. No fue así con otras religiones. Se conoció el caso de un pastor que aconsejaba a sus feligreses no dejarse vacunar, ya que eso era “la marca de la bestia”, como si fuera un disco de death metal. Apenas la población de esta feligresía se vio diezmada por Zeit hubo un éxodo de estos creyentes a los vacunatorios. Para el 2023, no hace falta explicar que grupo lo vio todo como una bendición y cual fue el que lo pensó como un castigo del Señor.
Esto que muchos conideran lo más trágico del 23, otros lo evalúan como el resultado de esa libertad mal entendida. Tragedia se le llama al Tsunami en Japón ocurrido en septiembre de ese año. O al terremoto en México de unos meses antes. Lo otro es una mala evaluación de la realidad, sumado a una obediencia ciega sin cuestionamientos. En una época como esta, quedó claro que el correcto criterio no era el resultado de tener facilidades para el acceso a la información y a los medios de comunicación. Estos debían ser usados para fines productivos, no solo para ver videos de teorías conspirativas. Es quizás como Aldous Huxley postuló, la sobrecarga de datos circulando harán a la gente sorda y ciega por propia voluntad o distracción.Los siguientes años fueron el ocaso de estos movimientos anti vacunas o mal llamados “libertarios”. Zeit dejó claro que vacunarse te salvaba y no hacerlo… bueno, mejor que empezaran a tomar clases de arpa. Si alguno no cayó fulminado por Zeit, que otros muchos vieron como un equivalente moderno a las plagas de Egipto o a un rayo divino ajusticiador; confirmaron que la obediencia ciega mata. Nadie creyó en esas ideas por mucho más tiempo. Las pruebas en el campo, tanto de la vida como en el ámbito científico, fueron irrefutables. Tal vez en el futuro, se conozca más sobre este virus y se comprendan cosas que hoy no es posible. O se descubran aspectos errados en postulados que existían sobre el tratamiento o características de esta enfermedad. A eso se lo denomina ciencia. Pero en el mientras tanto, hay mucha gente que puede decir que sigue viva. Y eso, cancela todos los argumentos en contra.
2 comentarios:
Estupendo. Conciso pero incisivo, posible y muy probable.
Excelente historia
Muy bueno!! Felicitaciones!!!
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