En el día de ayer, sábado 30 de noviembre, se realizó un allanamiento en la feria de Parque Rivadavia. El operativo fue una cacería contra la piratería. A los puestos de libros se los dejó tranquilos, lo cual es solo un decir. Una de las pocas clientas que nos dejaron atender, ya que con su operativo impedían el normal funcionamiento de la feria, nos decía que era un vergüenza que gastaran presupuesto en eso. Creo que esto resume las nociones de sentido común en torno al tema de la piratería. Es cuidar los intereses de las grandes empresas y no del usuario, la piratería se combate para beneficiar a grandes grupos económicos, no a los usuarios. Estamos de acuerdo en que la piratería es ilegal, pero en orden de prioridades creo que la inseguridad está muy por delante. Esto solo genera más inseguridad, más incertidumbre. La pregunta que ronda ante los dichos de los transeúntes es: "Si ellos están acá preocupados por unos discos piratas, quien cuida las calles?" O lo que es lo mismo: "No tienen nada mejor que hacer que contar discos y empaquetarlos?"
Más allá de decir que esos discos dudosamente sean destruidos y regresen de manos policiales al mercado negro, más negro que nunca, podemos decir que es una pantalla para demostrar que hacen algo pero en realidad no cambia nada. Lo que más resultó perjudicial fue como retuvieron personas contra su voluntad y libre albedrío para que salieran de testigos de la incautación. Como si la constitución no protegiera ante este proceder autoritario.
Como observador participante que fui de los hechos, quiero dejar escrito lo siguiente. El operativo bien parecía un pícnic, los policías parecían divertidos y bromeaban entre ellos en su jerga particular. Esto sería excusable, ya que una tarea engorrosa mejor es tomárselo con soda. Pero si hubo varias actitudes que dejan ver como estamos expuestos ante el autoritarismo armado y legalizado. En la mesa de libros se pusieron a escribir sus actas, sin pedir permiso o perdón, estorbando a clientes potenciales y perjudicando a los libreros que no tenían nada que ver. Además del perjuicio que ya acarreaba el operativo en si. El hecho más notable de este maltrato al civil de a pie, fue a un chico al que un oficial de civil, cuya prominente panza daba la apariencia de buena vida, le exigió mostrarle el contenido de su celular. Cuando el joven preguntó el porque, el policía respondió porque "él lo decía." Según el oficial de civil, que parecía dirigir el operativo en cuestión, no se podía sacar fotos al accionar policial.Incluso dejando de lado la mala actitud de lado, esto me lleva a una pregunta. Cuando hechos de corrupción policial se suscitan, todos preguntan porque no se los controla mejor. ¿Y quien mejor que la sociedad para controlarlos? O sea, está bien que se usen cámaras para nuestra vigilancia en todos lados, pero no está bien que nosotros queramos observar que hace la policía Creo que el derecho a la visualización y grabación, basándome en el acceso a las nuevas tecnologías, es el derecho constitucional por el que deberían preocuparse y no por la re-re-re-re-re-re-reelección. Esta deuda pendiente de la sociedad mediatizada es su defensa necesaria en contra del autoritarismo y monopolio del registro informatico-audiovisual, si es que amamos la libertad tanto como decimos.
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